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La política de población de China motor de su desarrollo económico y salvavidas de la sobrepoblación mundial

El crecimiento de la población mundial, que en noviembre de este año alcanzará los 8.000 millones, se ralentiza gracias a la evolución en China

Pedro Barragán

En 1975 la población de China era de 935 millones de personas sobre un total en el mundo de 4.090 millones de personas (el 22,9% de la población mundial). En el mismo año la población de India era de 618 millones de personas (el 15,1% de la población mundial). Un porcentaje de la población mundial muy elevado que contrastaba con su escaso nivel económico: en ese año de 1975 el PNB de China era de solo el 4,7% del PNB mundial y el de India el 1,5%.

Como países en muy bajo nivel de desarrollo su estructura poblacional estaba muy reducida en la parte superior de edades y muy amplia en las edades más bajas.

Distribución porcentual de la población total por edades en 1975

 

0-14

15-64

65 y más

Países occidentales * 25 64 11
China 38 58 4
India 40 57 3

* EEUU, Europa occidental, Japón, Australia y Nueva Zelanda

 

Los países desarrollados presentaban una pirámide de población con forma de tronco, mientras China, India y el resto de países en desarrollo presentaban unas pirámides con una base muy amplia y un rápido estrechamiento. Esta situación auguraba un fuerte crecimiento de la población en los países en desarrollo tan solo por el efecto del envejecimiento de las amplias bases de población infantil que tenían sus estructuras de población y la correspondiente pirámide creciente bajo ellas.

Transcurridos casi 50 años desde estas cifras la población mundial está llegando a los 8.000 millones de personas, se esperan alcanzar en noviembre del 2022, casi el doble que la población de 1975. China ha comenzado 2022 continuando siendo el país más poblado del mundo con 1.412 millones de habitantes y terminará el año con la India habiéndole adelantado en volumen de población, que a fin de 2021 cuenta ya con 1.393 millones de habitantes. China ha pasado del 22,9% de la población mundial al 17,6% actual (ha reducido su participación en casi una cuarta parte) y la India ha subido del 15,1% al 17,4% actual.

La India fue uno de los primeros países en introducir el control de la natalidad a principios de los años 70 y ha pasado por diferentes etapas, la mayor parte de ellas tremendamente polémicas. Si en los años 70 se promocionaron las vasectomías, luego vinieron las esterilizaciones femeninas que generaron menos protestas que la vasectomía masculina. La BBC estimaba hace unos años un porcentaje de mujeres casadas esterilizadas en India superior al 35%. A pesar de ello el crecimiento de la población india ha sido imparable.

Imaginemos que la población de China hubiese crecido estos años al mismo ritmo que la población india, la población de China actual sería de 2.100 millones de habitantes, lo que representa un 50% más que su población real y que habría incrementado la población del planeta en casi un 10% respecto a la población actualmente existente. Habría sido una auténtica tragedia poblacional, habría reducido la renta per capita de China de forma dramática y seguramente se habría estrellado contra una imposibilidad territorial para la agricultura poder alimentar a estos 700 millones de personas adicionales.

La política del hijo único, consistente en una serie de ventajas económicas para las parejas con un solo hijo: facilidad para la obtención de vivienda, bajas de maternidad más prolongadas, servicios médicos y pediátricos preferentes, ayudas económicas directas, etc, consiguió a partir de 1979 y hasta 2015 reducir la tasa de fecundidad en China que pasó de 3 hijos de media por mujer en 1980 a 1,8 hijos en 2008.

A partir de que China adquiere un desarrollo económico importante es este propio desarrollo quien se encarga de reducir la tasa de natalidad y es a partir de ese cambio cuando la política del gobierno se desplaza al lado contrario tratando de impulsar los segundos hijos para frenar la reducción y el envejecimiento de la población.

El impacto social, económico y sobre la conservación del medio natural de esta contención producida del crecimiento de la población china es incalculable. No solo la superficie agrícola adicional necesaria y no existente, sino igualmente todo el espacio urbano necesario para alojar a otros 700 millones de personas, en detrimento de los espacios naturales y agrarios, nos dan una idea del impacto ambiental. Si miramos la evolución de la renta per capita, más fácil de documentar, esta contención de la población ha permitido la tremenda multiplicación que la renta per capita ha tenido en China en las últimas décadas.

En estos momentos la tasa de fecundidad china se encuentra en 1,3 hijos de media por mujer, por encima de la tasa de España de 1,19 o de Corea del Sur que ha tocado su mínimo en 2021 con 0,81. Como consecuencia de esta baja tasa de fecundidad es muy probable que en los próximos años veamos una reducción de la población en China (seguramente este mismo 2022) y el gobierno ya desarrolla planes sociales y sanitarios para asegurar la adecuada atención social de una población que cada vez estará más envejecida como ya ocurre en los países desarrollados.

Los factores que el desarrollo moderno provoca para reducir el número de hijos son básicamente de dos grupos. Por una parte y la más importante, las parejas retrasan la edad materna del primer parto por razones profesionales. Más de la mitad de los jóvenes en China (el 57%) terminan una carrera superior en la universidad y tras ella los estudios de posgrado, especialización, etc. A continuación se trazan su carrera profesional que se coloca en el primer término vital y todo ello va retrasando la decisión de tener el primer hijo. Por otra parte, esta propia evolución ha generado tanto una corriente cultural a favor de una familia más reducida como la evidencia de que un menor número de miembros puede facilitar un mayor nivel de vida económico, así como la independencia económica de la mujer ha debilitado los lazos matrimoniales y su efecto sobre la decisión de tener hijos. A diferencia de otros países con baja tasa de fecundidad como España, donde el nivel de paro de la juventud es uno de los factores determinantes (tasa global de desempleo: 12,4%; tasa de desempleo juvenil: 26,6%), en el caso de China el nivel de paro global se mantiene en los entornos por debajo del 5%, lo que se considera pleno empleo.

Y si el progreso ha contribuido enormemente a reducir la tasa de fecundidad en China, este mismo progreso ha contribuido a un aumento de la población por la vía de las mejoras sociales y sanitarias que ha provocado uno de los más rápidos crecimientos de la esperanza de vida producidos en la historia y que ya en 2021 la esperanza de vida de China, 78,2 años, haya adelantado a la de EEUU.

2022 será el año en que la humanidad sobrepase la cifra de 8.000 millones de habitantes en el planeta y será también el año en que China deje de ser el país más poblado de la tierra pasando el testigo a India. Durante estos últimos 50 años China ha logrado desactivar la bomba poblacional, mejorando el nivel social de sus habitantes y contribuyendo a reducir la superpoblación mundial.

 

 

 

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